Lo que hace relativamente poco tiempo se veía como una posibilidad insólita, actualmente se ha convertido en la opción preferida por un gran número de los consumidores. Nos estamos refiriendo a la posibilidad de comprar productos o contratar servicios desde la comodidad de nuestro sofá, sin necesidad de desplazarnos. En la situación en que nos encontramos actualmente de emergencia sanitaria por el coronavirus, la compra digital se ha convertido sin duda (junto con el teletrabajo) en una opción que seguramente, y a falta de datos que lo confirmen, sufrirá un importante incremento debido al confinamiento al que nos vemos obligados para frenar el avance del virus.
Intentando dejar a un lado la situación actual, que esperemos que pase lo antes posible para que podamos volver a la normalidad, vamos a tratar de dar un repaso a la evolución que se ha producido en este tema en los últimos tiempos.
Muchas empresas que sólo vendían sus productos del modo “tradicional” han tenido que adaptarse a los tiempos para ofrecer sus productos también a través de Internet. Esto hace que su número de clientes potenciales se incremente mucho, debido a que en Internet no hay barreras geográficas, y el mercado al que quiera dirigirse la empresa dependerá de los objetivos que se marque de una manera racional (deberá tener en cuenta factores como, por ejemplo, las necesidades logísticas para transportar los productos hasta el consumidor, y los costes asociados a ello).
De todas formas, las tiendas físicas y las tiendas online se pueden considerar complementarias. Algunos consumidores prefieren las tiendas físicas y otros prefieren realizar sus compras a través de Internet.
Entre las ventajas de las tiendas tradicionales podríamos citar la disponibilidad del producto de forma inmediata al efectuar la compra, y el hecho de poder tocar y probar el producto antes de comprarlo. También para mucha gente es importante el contacto directo con el vendedor, el factor humano, poder hablar con una persona y consultarle nuestras dudas directamente. Asimismo, muchas personas acuden a los establecimientos a “explorar” de cara a futuras compras.
Con respecto a las compras online, entre sus ventajas podemos citar las siguientes:
Disponibilidad en cualquier momento, ya que salvo por problemas técnicos, la tienda online está abierta 365 días al año y 24 horas al día.
Disminución de los costes: si el negocio es totalmente online, existe un ahorro evidente al no tener que disponer de un establecimiento físico, dependientes… Tendrás otros gastos como el alojamiento de la página web, el dominio, … pero por lo general serán menores que los asociados a las tiendas físicas.
Relacionado con el punto anterior, los menores costes van a permitir ajustar los precios sin que ello afecte al margen de beneficio.
El mercado de potenciales clientes se amplía: la empresa podrá llegar a cualquier rincón del mundo, teniendo siempre claros cuáles son sus objetivos. Cualquier persona con un smartphone/Tablet/PC con conexión a Internet podría acceder a su página web y adquirir sus productos o servicios desde cualquier sitio.
De cara a los consumidores, comprar por Internet nos brinda la posibilidad de comparar al instante la oferta de las distintas tiendas online, para poder adquirir el producto al mejor precio posible. Asimismo, es habitual informarse previamente en Internet acerca de las características del producto o servicio (ficha técnica, consumo, precios…), para después efectuar la compra de forma tradicional o a través de la red.
Mejor servicio al cliente: es posible comunicar mejor las características de tus productos o servicios, así como comunicarte con los clientes a través de diversos medios como el email y el chat. Se puede también gestionar los pedidos de una manera más eficiente, reduciendo los tiempos de envío.
La venta online proporciona a la empresa información acerca de los gustos y necesidades de los consumidores y usuarios, datos personales como su edad y lugar de residencia, etc… y todos esos datos se puede almacenar y analizar para poner en marcha campañas de marketing y de fidelización de clientes.
A pesar de las ventajas que hemos visto de la compra online, hay que tener en cuenta una serie de aspectos a la hora de ponerla en marcha:
Como es lógico, requiere una inversión inicial y un presupuesto para su correcto funcionamiento.
En Internet no hay que estar por estar. Transcurrido un determinado plazo de tiempo desde la implantación de la página web para la venta online, habría que calcular si es rentable o no mantenerla.
Hay que tener claro el tipo de web que necesitamos en función de los objetivos de nuestra empresa. No es necesario tener una web excesivamente compleja, si su diseño y mantenimiento va a provocar que descuidemos el negocio principal.
En Internet hay mucha competitividad. Cualquier empresa puede ofertar sus productos y servicios en la red, con lo que los potenciales clientes tienen mucho donde elegir. Hay que intentar destacar y tratar de aparecer en las primeras posiciones de los buscadores. También hay que navegar por Internet para informarnos acerca de la competencia, sus productos, precios, etc. y así poder tomar decisiones que mejoren nuestras posibilidades de éxito.
Hay que intentar proporcionar un valor adicional a nuestro producto o servicio, como puede ser el acceso a información gratuita y de calidad en nuestra web o un mejor servicio postventa, para intentar destacar entre tanta oferta.
Uno de los obstáculos más importantes con los que se encuentra la venta online es la seguridad en las transacciones y la forma de pago. Hay que tener una página web “segura”, y que permita hacer el pago con total seguridad, a través normalmente de una pasarela de pago con nuestra entidad bancaria, o con métodos como PayPal. Actualmente, los métodos de encriptación de los datos son cada vez más seguros, pero ninguna transacción puede considerarse 100% segura. Sólo hay que hacer compras online en las páginas web que nos ofrezcan garantías de su seguridad.
Entre los productos y servicios que mejor se venden a través de Internet podemos citar los siguientes:
Los relacionados con el turismo, como la compra de billetes de avión, reserva de hoteles o apartamentos, alquiler de coches… En relación con el ocio, la compra de entradas para todo tipo de espectáculos, libros, música, videojuegos, reservas en restaurantes… También la moda, calzados y complementos, productos electrónicos (teléfonos móviles, portátiles…), electrodomésticos, etc.
Sin embargo, todavía hay determinados tipos de productos que la mayoría de la gente prefiere comprar en los comercios tradicionales, como los productos de alimentación. El hecho de poder ver y tocar el producto, y elegir el que más nos guste es un factor importante para un gran número de consumidores, aunque cada vez menos.
En relación con el grupo de edad que más compra a través de la red, estaría entre los 35 y los 44 años más o menos. La mayoría no tienen preferencia con respecto al día que efectúan las compras, y compran indiferentemente cualquier día de la semana. El canal preferido de compra es en la mayoría de los casos el Marketplace, que reúne a varias empresas en una plataforma, como por ejemplo Amazon.
La evolución que se espera es un incremento del porcentaje de compradores online en casi todos los sectores analizados. La compra online sigue ganando terreno, pero los comercios tradicionales “de barrio” resisten gracias al servicio de cercanía, al trato personal y directo que ofrecen, y las grandes superficies y cadenas de distribución compiten por precio.
Lo importante en mi opinión es que todas estas opciones convivan, y que los consumidores podamos elegir en cada momento la opción que más nos convenga.