Actualmente, nuestro día a día gira en gran parte alrededor de Internet. Lo utilizamos para el teletrabajo, para comunicarnos con nuestros seres queridos, para entretenernos viendo contenido en streaming o jugando online… La gran evolución que ha experimentado Internet en los últimos años nos ofrece esa posibilidad, que era impensable hace no tanto tiempo. Como ahora tenemos que pasar una gran parte de nuestro tiempo metidos en casa, creemos que es buen momento para hablar de un concepto que se ha expandido en los últimos años, como es el Internet de las cosas (IoT o Internet of things en inglés). La primera persona que utilizó el término fue Kevin Ashton en 1999, y se refiere a la interconexión a través de Internet de los objetos cotidianos, mediante dispositivos informáticos integrados en ellos, que les permite enviar y recibir datos y los convierte en objetos inteligentes. Nos ofrece la posibilidad de convertir nuestro hogar en inteligente, así como de modificar nuestros negocios y la forma en la que trabajamos.
Con respecto a nuestros hogares, encontramos multitud de objetos y dispositivos que pueden facilitarnos la vida y ayudar a convertir nuestra casa en inteligente. Hay dispositivos IoT como bombillas, cerraduras, termostatos, cámaras de seguridad, electrodomésticos como lavadoras, neveras… Los altavoces y pantallas inteligentes de Google, Amazon o Apple también son dispositivos IoT que, mediante los asistentes inteligentes que llevan integrados (Google Assistant, Alexa o Siri), permiten controlar estos objetos mediante comandos de voz, permitiéndonos realizar acciones tan cotidianas como encender la luz, cerrar la puerta, programar la lavadora, encender la calefacción o poner el aspirador. También se podría controlar todo a distancia desde nuestro móvil.
Un paso más allá serían los edificios inteligentes, que, mediante sensores integrados, permiten recopilar datos sobre su uso para poder regular automáticamente la iluminación o la climatización, con el consiguiente ahorro energético. También nos podrían alertar sobre escapes de gas, allanamientos o incendios, permitiéndonos dar una respuesta rápida al problema que surja, y minimizando los perjuicios.
Desde el punto de vista empresarial, la crisis del COVID-19 ha animado a muchas empresas a poner en marcha procesos de digitalización, o por lo menos han empezado a mostrar interés y a informarse. Entre sus múltiples aplicaciones, el IoT hace posible recopilar una información muy valiosa para las empresas, y enviarla a la nube o a otros dispositivos conectados para su análisis. Este aumento de información ayuda a las empresas y personas a tomar mejores decisiones, y a aumentar la eficiencia y productividad. Las empresas tienen así una visión y un control sobre las cosas y los entornos que tradicionalmente no han tenido.
El IoT está cada vez más presente en un gran número de sectores:
En el sector de la logística y el transporte, una de sus principales aplicaciones es hacer un seguimiento en tiempo real de los envíos, así como de la ubicación y las condiciones de la carga, mediante el uso de sensores.
En relación con la salud, el Internet de las cosas permite una asistencia sanitaria más rápida, eficiente y personalizada. Posibilita monitorizar a los pacientes, y llevar un control en tiempo real de su estado, incluso a distancia. Gracias a la información y conocimiento compartido en la nube, y el desarrollo de la inteligencia artificial, se pueden hacer diagnósticos más certeros, y ofrecer tratamientos personalizados. También se abre la posibilidad de utilizar drones en situaciones de emergencia donde el personal sanitario no tenga fácil acceso, y dispositivos de realidad aumentada para que los médicos puedan mejorar su preparación y entrenarse en operaciones de riesgo.
Otro campo de aplicación del IoT sería la agricultura: mediante un sistema de sensores de luz, humedad o temperatura se puede monitorear el campo de cultivo, permitiendo un uso más eficiente del agua, una reducción del desperdicio y una mejora de la productividad, o una optimización de los tratamientos.
Uno de los campos más rentables de uso del internet de las cosas en la empresa es el marketing. Existen dispositivos que recogen información masiva del público objetivo, segmentándolo según su comportamiento al navegar por Internet, permitiendo conocer sus gustos, franja de edad, etc. Dichos dispositivos también son capaces de analizar esa información, permitiendo a las empresas dirigirse a sus clientes potenciales de forma más personalizada, para así tratar de convertirlos en clientes reales.
En la industria de producción en masa, la maquinaria que controla los procesos de fabricación, los sensores de temperatura, el control de la producción, etc., se pueden conectar a Internet para llevar un control centralizado de la infraestructura. Entre sus principales aplicaciones en este sector están el mantenimiento predictivo y remoto de maquinaria, aplicaciones inteligentes de almacenamiento, logística conectada, optimización del consumo de energía, … Su uso permite detectar las ineficiencias para poder solventarlas lo antes posible, ahorrar en costes logísticos (tiempo y dinero), y maximizar la eficiencia en los procesos industriales de la empresa.
En las ciudades, el control de infraestructuras mediante dispositivos que permiten comprobar los semáforos, los puentes, las cámaras o las vías del tren, y que hacen posible monitorear su correcto funcionamiento. Un ejemplo serían semáforos capaces de medir la densidad del tráfico, lo que permitiría una mejor gestión de los recursos, optimizar el transporte público, y cuidar del medio ambiente. Entramos aquí en el concepto de ciudades inteligentes o Smart Cities, que tienen como finalidad mejorar la vida de los ciudadanos, permitiendo a las administraciones públicas gestionar de manera coordinada los servicios de la ciudad, con un menor gasto y una mayor eficiencia.
El IoT facilita también llevar un control ambiental, y permite acceder desde cualquier sitio a información de sensores atmosféricos, meteorológicos o sísmicos.
Por lo tanto, vemos que el IoT puede suponer un cambio importante en la gestión de las empresas, de los negocios y de las ciudades. Esto se traduce en:
1/ Acceso a más y mejor información, que facilita la toma de decisiones y genera un gran tráfico de datos.
2/ Una mejora de la productividad gracias a la información que recogen los dispositivos inteligentes.
3/ Una mejor conexión a Internet entre dispositivos que están en zonas de mala cobertura, bajo tierra o sitios de difícil acceso. Esta tecnología está indicada para sectores como el de la distribución de agua, de gas o de electricidad.
4/ Una reducción de gastos y un uso más eficiente de la energía, mediante la domótica y el control del entorno de trabajo, sobre todo de las luces y la climatización.
5/ Permite crear nuevos modelos de negocio, y adaptarse más rápido a los cambios del mercado. Asimismo, facilita el trato con los clientes, mejorando la experiencia de éstos en su relación con la empresa.
6/ Mejora de la seguridad de los empleados, aumentando la seguridad física del edificio, o instalando plataformas de iluminación inteligentes, que al detectar movimiento enciendan las luces, lo que también puede ayudar a reducir los robos.
Como contrapartida a todos los beneficios que puede tener la aplicación del Internet de las cosas, tenemos que citar también sus riesgos. Al tener tantos objetos conectados a Internet, surgen problemas relacionados con la seguridad y la privacidad.
Todo lo que está conectado a Internet es susceptible de recibir ataques de hackers. El IoT, junto con los servicios en la nube, puede contribuir a mejorar la seguridad. Pero, debido a que la mayoría de dispositivos IoT no pueden tener instalado un software de seguridad, pueden ser vulnerables a los ataques, y hay que intentar proteger el router con contraseñas o firewalls, ya que es el punto de entrada de Internet a nuestra casa.
Con respecto a la privacidad, ya hemos hablado antes del gran volumen de datos y del intercambio de información que lleva aparejado el uso del Internet de las cosas. Dentro de esa infinidad de datos se encuentran nuestros gustos, datos médicos, aficiones, preferencias de uso, localización, … Es el precio a pagar en esta sociedad hiperconectada en la que vivimos. Sin embargo, creo que los beneficios que puede tener el uso del IoT superan con creces a las contraprestaciones. Se estima que en el futuro viviremos rodeados de cada vez más objetos conectados, que enfocados a aumentar el bienestar y la seguridad de las personas pueden sin duda contribuir a un futuro mejor. Como siempre, dependerá de nosotros y del uso que demos a esa tecnología.